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Rompiendo la noche...

 

Expediciones  pedagógicas     representa  un  encuentro   con  la palabra,  la música,  el movimiento,  la expresión    y   la representación como  motores de  la imaginación,  la  alegría y la curiosidad    que  movilizaron  y enriquecieron  el mundo interior de nuestros niños,  niñas  y adolescentes.  

Mucho antes  de viajar en cuatro ruedas   por la ciudad hacia el Teatro  La Castellana,  cuando corría el mes de abril,   algunas  ideas  empezaron a unirnos  con ese territorio  llamado Teatro,   un lugar,  que podíamos empezar a descubrir desde  la literatura, la imaginación y escritura.

Así, en la semana de la comunicación exploramos con curiosidad algunas imágenes que podían representarse en  un escenario,   pero que antes,  aparecían contándonos historias en nuestra imaginación: Leer para conocer.   Este fue nuestro primer  paso en la  Expedición,  leímos más que palabras, leímos imágenes  que  nos permitieron  desde la palabra hablada  y escrita narrar historias.

Borges,  decía que los libros eran una extensión de la mente y  la  imaginación, por eso, convencidos de los maravillosos tesoros que se esconden tras las letras impresas,   en esa  “especie de gabinete mágico”, que resultan ser  los estantes donde  habitan los libros,    nos embarcamos en un  la segunda aventura  de esta expedición:   Sonidos y lecturas de  la montaña.

Una montaña que desde lo alto  siente cuando nos  levantamos y caminamos todos los días acariciando su suelo firme, 

una montaña  en la que decidimos construir recuerdos gratos de familia y de comunidad. 

Nuestros pasos contemplaron un bello paisaje que nos guio a Quiba,  un lugar cubierto del manto verde de los árboles,

que nos cobijaron para leer bajo su sombra y luego nos motivaron a tejer historias desde la oralidad,  mientras 

formábamos una telaraña de lana.

Luego,  una carrera de observación,  nos revelo el nombre del protagonista  que  el  23 de agosto estaría sobre el escenario, en las tablas,  y  que de vez en vez se  ocultaría entre  telones. Como espías, nuestros niños y niñas corrieron,  leyeron, encontraron pistas y construyeron en torno a su nombre un acróstico, con algunas ideas que encontramos en el libro Agenda de Mounstruos.

 Y  Al fin, llego, aquel  miércoles  23 de agosto,  en el que emprendimos un viaje en cuatro ruedas desde  la cima de  nuestra montaña, atravesando la ciudad, hasta  el Teatro la Castellana.  Ese día,   la expedición se convirtió en ese encuentro del mundo interior de nuestras niñas y  niños con el  mágico  mundo del teatro.

Verles y escucharles sonreír o gritar de emoción, hace que cada esfuerzo  y cada paso de esta expedición,  cobren sentido.  

Recuerdos gratos se tatuaran en la mente, ideas mágicas se forjaran y una loca  sensación  de tomar luna, romper la noche y  afilar los colmillos, quedara rondando en la mente de aquellos que vivimos de cerca este extraño caso de amor entre  un  Vampiro rocanrolero y su Elizabeta.

Lic.  Evelyn Beltran Wilches

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